Ayer, Domingo de Ramos, algo o mejor dicho alguien me hizo reflexionar sobre como afectan mis emociones, las críticas que los demás puedan hacer, por supuesto, sobre mi.
Llegué a empatizar y pensé como le podría afectar mis críticas a los demás.
La gran parte de todas las críticas que todos hacemos, las dejamos caer, para no afectar, porque creo que nos sentimos atacados, inseguros.
Hoy, llegado a este punto, me doy cuenta de que ninguna crítica realizada significa absolutamente nada, ni siquiera aquellas críticas que nos empatiza a nosotros, pero la mayoría de las veces, trae una sorpresa, dolor.
Cuando me pongo a pensar de esta manera, no me sienta realmente bien. Es demasiado fácil decir las cosas que haces o dejas de hacer.
Poca gente está por encima del bien, y por debajo del mal, pero sí, la realidad es que la forma de elegir transforma lo que no nos gusta de nosotros mismos. Me encuentro en proceso de transformación.
PD: Disculpas a todos los afectados ayer por mi malhumor.
Necesitaba estas vacaciones.
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