miércoles, 23 de febrero de 2011

Necesitaba mantener un diálogo de yo a yo, conmigo misma. La sensación de cerrar los ojos y verme sentada frente a mi propio yo. Callada, en silencio, escuchar con atención lo que me tengo que decir. Intento dejar los prejuicios fuera del entorno seguro que yo misma he necesitado crear por la simple razón de que quiero que se produzca una apertura en mi corazón. Una gran apertura. 
Me pasa algo curioso, cuanto más necesito las palabras, menos las encuentro, se esconden en un lugar oculto. Es como si de pronto, el sonido de las palabras se perdieran, siento que la impotencia me persigue en forma de flecha. Ya lo sé, mi ignorancia desconoce el lenguaje de los signos. 
Y es que a veces, siento la separación de mi misma, y eso me produce efectos secundarios.


"La batalla más grande la tengo todos los días conmigo mismo"  Napoleón I 

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