lunes, 21 de febrero de 2011

Precisamente hoy, he tenido un examen de la evolución. Arranco con este tema. 
Es útil camuflarse con el paisaje. Confundirse entre colores similares para llegar a no destacar demasiado. 
Esto llega a ser la lucha por la supervivencia, esconderse por puro instinto de protección. Nadie podrá quitarnos lo que quizás pocas veces lleguemos a ser. Así tampoco, nadie cogerá unas monedas que pedimos de ese tesoro que cada persona poseemos. Tesoro de valor incalculable oculto en los ojos de cada uno de ellos. 
Quizás y solo quizás, de tanto esconderlo, es posible que en algunos de estos días inesperados traspasemos ese umbral que tanta locura posee, que poco a poco nos hace creer que todo aquello que no tocamos o no sentimos, simplemente no existe. Pero, toda persona comienza a dibujar recta por recta, trazo por trazo, un dibujo que le hace un ser invisible.
Entre el valor y el miedo, mucha energía hemos dejado de utilizar. Cada día es una lucha mano a mano hasta que paramos y prestamos atención, descubrimos que ese mano a mano esta protagonizado por nosotros mismos y que, sin embargo, no sabemos si la derrota es segura. El dolor se hace casi insoportable.
A pesar de ello, volvemos a dibujar lo que tanto nos gusta, color por color. A esto se le llama vida, y la vida, yo no me la quiero perder. 

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