miércoles, 2 de marzo de 2011

Sí, puedo sentirme a miles de kilómetros del lugar donde me encuentro, quizás porque posiblemente no esté en él.  Dejar que mis oídos "ensordecidos" por el sonido de un silencio callado, el mío, que no se hace presente y que lo hace a través de simples palabras que cabe la posibilidad de que no sean mías. 
No se de que me sirven las palabras a las que infinitas veces me abrazo, su lugar queda en el aire, no son comprensibles. Huyen lejanas a lo que soy, huyen lejanas al mundo que me rodea. 

Tal vez la pregunta sea: ¿Cómo intento encontrarme, olvidarme, a la misma vez sentirme y recuperarme? ¿Cuál de mis tantos yo tendrá la capacidad de mirarme?

 
Sé que ahora te arrastras por mi cara, lamentándote. Mi cara empujada por la gravedad, por mi ignorancia, por la soledad de mi propio mundo, el mismo que hoy no me deja ver, aunque mi músculo como una niña pequeña a absorber tu sabor, pero no te deseo en mi vida, por eso al final te marchas, y yo seguiré esperando a que nunca regreses. 


Fuerte o débil, acompañada o sola, abrazada mi soledad de mi mundo, lo sé, ya no necesito expresarme, porque una vez lo hice, y sí, las risas ensordecieron mi llanto, hoy no necesito compartirme, si tanto amas a mi ser sólo tienes que quedarte conmigo, acomodarte en mi corazón, ¿y sabes?, aprenderás cual es el verdadero amor. 


CAMUFLARTE EN UN NOMBRE DE MUJER, NO TE SIRVE DE NADA. 

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